Madre soltera que no se rindió y alcanzó su sueño emprendedor.
No hace falta nacer en cuna de oro, solo hace falta creer y amar lo que hacemos.
Joanne Rowling (Jo para los amigos) no tiene segundo nombre, así que decidió inventarse una K en honor a su abuela Kathleen. Joanne estaba acostumbrada a improvisar sobre la marcha, así que no le costó sacarse de la manga un nombre artístico. Ese mismo instinto de supervivencia fue lo que la llevó a huir de Oporto en 1993, tras un matrimonio de un año con un portugués en el que sufrió violencia doméstica, sin nada más que su hija recién nacida en un brazo y una maleta en el otro. Pero esa maleta contenía los tres primeros capítulos de un libro que cambiaría su vida, y la de millones de niños.
Joanne se instaló en Edimburgo, y se vio obligada a
solicitar la ayuda de la Seguridad Social para mantener a su hija.
Como tantas personas sin empleo, decidió aprovechar su tiempo libre para
hacer algo productivo. Cada día se sentaba en una cafetería, el único lugar
donde su hija se dormía gracias al murmullo de los clientes, y alargaba un café
con leche durante horas. Escribía sin parar. Durante esta etapa llegó a
ser diagnosticada con depresión clínica, e incluso contempló el suicidio, pero
tenía que seguir adelante. Joanne canalizó su angustia mediante la
creación de los Dementores, criaturas que absorbían el dolor de los
demás. Cuando terminó el primer borrador de Harry Potter y la piedra
filosofal, tuvo que transcribirlo
entero porque no tenía dinero para fotocopias. Envió la segunda copia a un
agente literario y, en lugar de sentarse a esperar una respuesta, escribió el
capítulo final de la séptima entrega. Aún no tenía editorial, pero ella creía
profundamente en el universo que había construido, y tenía claro que debían ser
siete libros.
Doce editoriales rechazaron el manuscrito, hasta que un día el
presidente de Bloomsbury le dio el primer capítulo a su hija pequeña para
ponerlo a prueba. Pocos minutos más tarde, la niña bajó al salón a suplicarle
que le dejase leer el resto del libro. El presidente de la editorial le
ofreció inmediatamente a Rowling un cheque de 3.000 euros, un dineral comparado
con los 325 euros mensuales que en aquel momento recibía de la Seguridad
Social.
Y como el
caso de J. K. Rowling hay muchos, con la misma idea no dejarse rendir ante las
adversidades, así que, ¡a emprender!
Y aunque los
sueños que tengamos parezcan inalcanzables, confía en ti y ten la libertad para
continuar; cree en tus ideas y elige el camino de tu conveniencia.
Toma las
responsabilidades de tu destino económico.
Lucha por tu sueño emprendedor y
disfruta el proceso. Ama lo que haces.
Recuerda que
los problemas no deben hacer que te rindas, sino todo lo contrario.
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